miércoles, 3 de octubre de 2012

Llueven flores

Dedicado a Frederic (Más vale tarde que nunca)

Finales de mayo. Al hacer la conexión se masca la tragedia. "Es que estamos de exámenes". "Es que tenemos que entregar muchos trabajos". "Pero al final, ¿cuál va a ser mi nota?". Es final de curso, ese lugar donde el embudo se estrecha.  "¿Eso es todo lo que tenéis que decir? ¿Es eso de veras lo más importante? Pero ¿es que nadie se ha dado cuenta de que llueven flores?" -digo con el regusto a tensión aún en la boca-. El sabor acre de la tensión no desaparece del todo, pero empieza a solaparse con el de la dulce curiosidad. "¿Qué? ¿Eso a qué viene? ¿Qué quieres decir?" . "Nada, solo eso: que llueven flores. ¿queréis comprobarlo?"  Salimos de la clase, bajamos un tramo de las escaleras y a través de la ventana comprobamos el tremendo espectáculo de un frente de lilos vertiendo cadenciosamente su ingente arsenal de flores, hasta alfombrar toda la acera de malva. Los viandantes recorren la calle sin prestaran aparentemente atención. Sin embargo, a través del cristal todo parece moverse despacio, al ritmo que marcan las flores al caer.
 No sé con exactitud el tiempo, pero hubo un instante de asombro, de silencio, de atención absoluta, de incertidumbre, de sorpresa, de congoja. Un momento como de preguntarse "¿pero cómo no nos hemos dado cuenta antes? ¿Cuándo se nos habrá atrofiado la capacidad de apreciar la belleza de lo cotidiano? ¿Cuánta fascinación puede haber a mi alrededor? ¿Cómo detenerse para recuperar esa dosis diaria de asombro necesaria para comprender que la vida no es un embudo, ni una carrera de obstáculos, sino una oportunidad para disfrutar, por ejemplo, de ver caer flores? ¿Podremos recuperar nuestra capacidad de aprender y de enseñar lo que de veras importa?" . Preguntas de ese tipo se mantenían al resguardo, detrás del silencio. O al menos eso me gusta pensar.

Entonces que alguien rompió la magia del instante diciendo "¡ah, sí, ya lo había visto! Las flores esas sueltan un aceite que me tienen el coche hecho una mierda".

3 comentarios:

  1. Moltes gràcies Víctor. Si que és de veres que tenim una miqueta atrofiada la capacitat d'apreciar la bellessa de lo quotidià, però també s'ha de comprendre que a l'època d'examens hi ha altres coses més(?) importants en que pensar.
    De totes maneres, ací on estic l'única cosa que plou és aigua. Però contribueix a crear un verd preciós a tot arreu.

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  2. Tú fíjate bien, que seguro que algo más llueve... UN abrazo

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  3. Victor, bajo mi punto de vista, ese problema de no observar la belleza que habita en nuestro alrededor no es por la repercusión mental que nos deja la aproximación de los exámenes finales, si no más bien, es culpa del estrés sufrido diariamente. Nos pasamos el día corriendo de un lado a otro, queriendo llegar a todo, sin darnos cuenta de lo que tenemos a nuestro alrededor,y que no dudo pueda llegar a ser fascinante para los sentidos, como es la caída de una hoja...

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